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O neno sardiña

En un punto sin determinar del río Miño, al parecer por el norte de Galicia, un niño-sardina cruza la corriente dejando atrás a aquellos que celebran su entierro con el fin del carnaval. Se desconoce qué provoca su transformación, pero dicen que los ojos más atentos pueden captar de cerca la humedad en su piel. Su existencia está confirmada por los más escépticos de la zona. Nadie en el lugar lo duda.
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