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Otel·lo

Un rodaje del Otelo de Shakespeare. Un casting minucioso para una adaptación intensa y arriesgada. Y un director dispuesto a sacar el máximo de sus actores, sin escrúpulos morales, legales ni sexuales. Toda una sabandija que con tal de mostrar pasiones, intrigas y celos candentes en la pantalla se esforzará al máximo para crearlos en la vida real, con pasmosas y cómicas consecuencias. Sólo que la frontera entre los hechos y la imaginación se desdibuja (al modo del Cisne Negro de Aronofski) y los límites de la representación se ponen en juego (como hacía von Trier en Dogville). Quizás la tramoya de este film de negrísimo humor, rodado en tres días y con 15.000 euros de presupuesto, nos deje ver más de lo que nunca hubiésemos imaginado.
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